En esta Semana Santa, días de introspección al menos para mí, me sentí llamada a explorar nuevamente las enseñanzas en relación a la Pascua dada la sanadora reinterpretación tanto la crucifixión como la resurrección que Un Curso de Milagros nos ofrece.
Por un lado, señala que no sólo el cuerpo es nada, sino que la muerte tampoco es nada. Si la muerte del cuerpo es nada, es natural deducir que la crucifixión no pudo haber logrado nada. Es ahora claro el motivo por el cual Jesús nos dice que solo fue un recurso de enseñanza, un ejemplo, la última jornada inútil y que, comprendiéndola nos liberamos del miedo. Como estudiantes, examinar estas ideas y ponerlas en práctica encierran una aportación concreta para nuestra vida, una aportación a favor de la sanación, de la paz.
La resurrección en términos del Curso puede entenderse como la condición de la mente al haber aceptado la Expiación. He aquí unas líneas:
La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación en uno mismo. M-28.1 fragmentos
Me gustaría ahora, repasar a la luz de las enseñazas del Curso, el contenido – y no la forma – de esta época particular del calendario. La resurrección de Jesús – junto con la mía y la de todos – es el despertar a la conciencia de nuestra Verdadera Identidad, a la experiencia de ser el inocente Hijo de Dios. Y esta es, en otras palabras, la forma correcta de vivir la Expiación.
Esta semana empieza con ramos y termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo de Dios es inocente. No permitas que ningún signo lúgubre de crucifixión se interponga entre la jornada y su propósito, entre la aceptación de la verdad y su expresión. Esta semana celebramos la vida, no la muerte. Y honramos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus pecados (T-20.I. fragmentos)
Azucenas. El símbolo del perdón. Y la práctica que el Curso nos propone para estos días es simple: una ofrenda de azucenas para nuestro hermano en lugar de una corona de espinas.
Y al contemplar a tu hermano verás en él un altar a tu Padre tan santo como el Cielo, refulgiendo con radiante pureza y con el destello de las deslumbrantes azucenas que allí depositaste. (T-20.VIII.4.4)
Hemos pedido ayuda para hacer rodar la piedra y mirar más allá de las ilusiones ¡y la Ayuda no se tardó en llegar! Es el santo perdón la ofrenda que salva a mi hermano de las espinas y me salva a mi de las ilusiones. Y juntos ahora, podemos regresar a Casa.
Pascua, temporada de la resurrección.
Es fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo. Es el reconocimiento de los dones de Dios… Es el sueño en el que el cuerpo opera perfectamente al no tener otra función que la de ser un medio de comunicación… Es la invitación a que Dios dé el paso final.. Es el deseo único de estar con el Padre que tiene Su Hijo. M-28.1 fragmentos
Hoy acepto la Expiación para mí y al hacerlo, todo el mundo se unirá para celebrar una Pascua Florida.
Bendiciones,
patricia
Milagros en Red