lunes, marzo 11, 2019

Un Dios Desdeñado


La práctica del Curso es absolutamente intransigente con cuanta versión de los hechos presentemos que solo buscan hacernos quedar bien en menoscabo de la otredad. En este caso, la propuesta más honesta que nos ofrece el Curso es observar la miseria de nuestro pensamiento y desdramatizando el relato, aceptar que hemos decidido no perdonar.

Seguramente todos podemos repasar algún evento y volver a sentir que las razones para estar ligeramente molestos eran válidas en función de que, palabra más, palabra menos, alguien decidió sin mucha vuelta descalificar nuestras bondades y arrojarlas al estercolero. No obstante, y como de aprender se trata, bien podemos reconocer que la descripción de la dinámica del ego no nos es ajena. Todo lo que derive de su aparentemente desinteresada intervención es mísero y desierto. Y entre esos denominadores nos encontraremos mil veces hasta que elijamos perdonar.

Nuestra mente inferior, tal como señala el Curso, no puede dejar de asociar cualquier circunstancia con cuerpos y es a través de ellos que busca satisfacción. Un cuerpo tiene que agradecer nuestras gentilezas, y así encontramos bienestar en la grandiosidad. Pero si un cuerpo osara invisibilizar las abnegaciones que le hemos brindado, no se requiere más que un instante para que ese cuerpo sea la morada de la venganza, el cobijo del odio, la prisión de las ilusiones.

Esta diligente y casi repetitiva vocación al desastre, no proviene sino de la evaluación que en todo momento hacemos de nosotros mismos. Podemos probar infinidad de alternativas, ninguna funcionará. Podemos persuadirnos de que nuestras lecciones de victimismo son insalvables, mas es un error que amerita corrección. Podemos afirmar que estamos destinados a recibir baratijas frente a la dación de nuestro amor, pero eso no es verdad.

Eres libre de probar cuantas quieras, pero lo único que estarás haciendo es demorar tu retorno al hogar. (T-15.III.2.5)

Todas nuestras lecciones entonces pueden entenderse como el espacio en donde me permito ser guiada de regreso a Dios. Escribir esta línea me invita a descansar de tanta pesadumbre, el desierto es agobiante para los errabundos que momentáneamente olvidan que no hay forma de perder la capacidad de recuperar nuestro Hogar. Sueño un éxodo de amparo, un Dios desdeñado, una procesión de peregrinos extraviados, mi ausencia de realidad.

El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. (T-31.I.4.5)

Pero el Espíritu Santo lo recuerda por mí. Él me guía en mi jornada de regreso porque ésa es Su misión.  Y tal como la experiencia me ha enseñado, cuando elijo seguirLo doy gracias por sus tantísimos recordatorios de que en este lugar de sombras es donde nace el perdón.

Sin el verdadero perdón, seguiré privada de hogar, hermanos, paz. Pero ninguna de estas palabras es virtuosa si me eximo de observar mis sentires con respecto al perdón. Muchos consideramos que es algo injusto de dar frente a tanta crueldad, quedando así oscurecida la bondad del perdón.

¿Quién que haya sido herido por su hermano podría amarlo aún y confiar en él? Pues su hermano lo atacó y lo volverá a hacer… Tal vez perdonarlo sea un acto de caridad, pero no es algo que él se merezca. Se le puede compadecer por su culpabilidad, pero no puede ser eximido. Y si le perdonas sus transgresiones, no haces sino añadir otro fardo más a la culpabilidad que realmente ya ha acumulado.T-27.II.1-5

Líneas atrás señalé que sin el verdadero perdón, seguiré privada de hogar, hermanos, paz y esto es así porque el perdón no es sino el reflejo de las leyes de Dios en estos pagos. Y ese reflejo me acompaña en el proceso de reconocer que las ilusiones son ilusorias y por lo tanto son lo único que debo perdonar.

A ninguno de mis hermanos les hace falta mi perdón, sólo a mí que todavía descargo sobre ellos un deseo demente de verlos condenados por sus desamores. Yo necesito perdonar, no las conductas de la otredad, sino a mi separatista interpretación de esas conductas. Tengo una enorme necesidad de perdonarme porque otra vez he elegido contemplar las cosas desde el desierto y al hacerlo, sólo espejismos distingo porque eso es lo único que existe allí.

No se trata de negar las cosas que vemos. Un curso de milagros no es un camino para convertirnos en bobalicones espirituales que ven todo color de rosa.  El Dr. Ken Wapnick señala que en este mundo las gentes hacen cosas insensatas porque estar en este mundo es una cosa insensata. La práctica sostenida del perdón significa operar en el ámbito de la interpretación, esa que nosotros damos por hecho. Una interpretación que demuestra que las gentes no tienen corazón y que por eso nos lastiman profundamente. Y así llegamos al propósito último de nuestras prácticas, vale decir, observar qué maestro estamos eligiendo para que nos enseñe la forma correcta de percibir el mundo.

Siempre que consientes sufrir, sentir privación, ser tratado injustamente o tener cualquier tipo de necesidad, no haces sino acusar a tu hermano… Presentas ante sus ojos el cuadro de tu crucifixión… La imagen que de ti le ofreces, te la muestras a ti mismo y le impartes toda tu fe. El Espíritu Santo, en cambio, te ofrece una imagen de ti mismo en la que no hay dolor ni reproche alguno para que se la ofrezcas a tu hermano. (T-27.I.3 fragmentos)

Cuando observo entonces la miríada de desamores compartiendo la visión de Jesús, hago a un lado la ilusión de juicio y mi razón tiene ahora a la verdad como norte. Aquella impenetrable muralla de granito es finalmente iluminada hasta desaparecer en la nada.
Bendiciones,
patricia
Milagros en Red