domingo, septiembre 01, 2019

Palabras Sin Pensamientos Jamás Llegan Al Cielo


Días atrás, la Fundación para Un Curso de Milagros publicó un fragmento del taller “Palabras y Pensamientos” del Dr. Kenneth Wapnick y no puedo dejar la mencionar que el título de este taller refiere a una idea visibilizada en Hamlet y que todos, casi sin excepción, conocemos bien. 

Cuando el Rey Claudio reconoce sus pecados, fue natural pedirle perdón al Cielo si bien advierte, casi de manera simultánea, que su arrepentimiento no era del todo honesto.  Así es como el Bardo poéticamente expresa el dilema de Claudio: 

Vuelan mis palabras bien alto, pero mis pensamientos se quedan aquí abajo. Palabras sin pensamientos, jamás llegan al Cielo.

Acciones sin pensamientos no llegan al Cielo. Prácticas tampoco. Nada de lo que hacemos o decimos llega al Cielo si la honestidad no es nuestra compañera. Seguramente en otra ocasión profundizaré un poco esta idea, por lo cual vuelvo ahora al fragmento en cuestión.

Quiero señalar que, durante su lectura, tuve la asombrosa experiencia de estar recibiendo algo muy similar a dos regalos. El primero, la incontrovertible exposición del paradigma del milagro que solo Ken puede ilustrar de manera simple y holográfica. El segundo, de carácter más personal, la cantidad exacta de palabras y pensamientos necesarios para brindarle refugio al esquivo perdón.

El propósito del Curso, enfatiza Ken, no es alcanzar la perfección en nuestras relaciones, no es cultivar un funcionamiento óptimo de nuestros cuerpos. Tampoco es procurar el ennoblecimiento o purificación del ego sino más bien… ¡dejar de hacerlo feliz! Para ello la práctica es clara; desdramatizar los inevitables traspiés en la vida como si de calamidades de escala sideral se trataran.

El mundo que veo consuma su propósito cada vez que elijo encomendar mis seguridades en su mecánica y al hacerlo, olvido que es figuración de una quimera. Estoy sentada en una primera fila, tan entretenida aplaudiendo y celebrando el espectáculo, que la recordación de mi naturaleza interior necesariamente se vuelve ficción.

No hagas un tango de tu olvido, pato – me parece escuchar. Argumentos para escribir acerca de traiciones y muertes, frustraciones  y desengaños nunca te faltarán. Pero tampoco te conducirán a la paz de Dios.

Por lo tanto, estoy así de cerca de entender que mi práctica está orientada a expresar la potencialidad de otro paradigma, natural e inclusivo, que sostiene en toda circunstancia una decisión constante a favor de la paz. ¡Y esto sí me conduce a la paz de Dios!

Mis perfidias o mortandades, mi sobrepeso o fealdad, no me definen. Tengo que dejar de joder con pensar que los milagros me han mejorado porque no tengo tantas arrugas o peor aún, sentirme desmoralizada si algunas gentes que conozco han hecho de su vileza un arte.

Un Curso de Milagros advierte que en la ilusión de este mundo, es imposible negar al ego porque las formas promueven su supuesta realidad. Y, repasando una idea resistida y objetada, el cuerpo es parte de nuestra experiencia en este tercer guijarro a partir del Sol. 

Sed normales, sed bondadosos es la idea que siempre subraya el Dr. Wapnick, invitándonos a hacer aquello que mejor creemos minimizará el dolor físico o psicológico. No obstante, la diferencia estriba fundamentalmente en... ¡no escenificar un culebrón con ese quehacer!

Al observar sin juzgar las cosas que me pasan, reconozco  que expresan el intento de distraer mi capacidad de recordar para qué estoy acá. Por lo tanto, todas mis aciagas interpretaciones me han llevado a vivir sumamente atemorizada de Dios. Y he ahí el rol del Espíritu Santo como justo intérprete de las creencias del ego. 

Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. T-5.III.7 fragmentos

Me reconforta pensar que ahora mismo puedo permitir que todas las cosas me conduzcan, sin mediar distracción, al instante donde puedo tomar una decisión unificada.

Que baje de peso no me ayudará a tomarla, no obstante, sí me permitirá observarlo de otra forma. Las gentes seguirán desengañándome, pero sólo un propósito unificado me permitirá observarlas de otra manera.

Para concluir, mi paz interior no se ve afectada si un esguince o un diluvio impiden un paseo en mi moto dado que nada de ello me conducirá de regreso a mi Padre. 

Y así y todo, un vueltín en mi "negrita" es una herramienta fabulosa que facilita una receptividad en mí, un espacio libre de temor que me permite aceptar que el mundo seguirá cantando el mismo tango mientras yo aprendo a recordar otra canción, aquella beatífica melodía que resonaba en ese lugar donde yo solo amaba a todos los que la entonaban conmigo.

Bendiciones,
patricia