Hay una oración en el Curso que parece resumir genialmente todas sus enseñanzas:
Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. T-7.VII.2:2
El contexto de esta oración es el sufrimiento, el nuestro, el de las personas, el del mundo. Y a pesar de las constantes insistencias del ego que proclaman que no hay forma de escapar del sufrimiento, en esta única línea Jesús nos dice cómo escapar de todo sufrimiento, todo pesar, toda pesadumbre.
Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. T-7.VII.2:2
El contexto de esta oración es el sufrimiento, el nuestro, el de las personas, el del mundo. Y a pesar de las constantes insistencias del ego que proclaman que no hay forma de escapar del sufrimiento, en esta única línea Jesús nos dice cómo escapar de todo sufrimiento, todo pesar, toda pesadumbre.
¿Cómo hemos urdido el problema?
Como algo externo, como algo que es visible afuera. La causa de mi malestar es que el problema es una circunstancia más allá de mi control.
¿Y qué es eso que tengo que hacer?
Lo único que tengo que hacer para abandonar el mundo de oscuridad es regresar a ese lugar en mi mente en el que decidí con toda mi fuerzas excluir al amor de mi vida.
Una vez que reconozco ese momento decisivo he completado mi parte en la sanación del mundo, la sanación de todo el dolor y el sufrimiento que ha existido, que existe y que existirá.
Y eso es así porque todo el dolor y el sufrimiento – pasado, presente y futuro- provienen de haber pensando que estábamos separados de Dios.
¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple,
pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? T-7.VII.2:3
Mi parte, nuestra parte, es simplemente reunirnos con ese Amor, nada más.
No me juzgo por haber hecho las cosas que hice, no juzgo a mis padres, ni a mis jefes, ni a mi país, ni a nada.
Si puedo hacer eso, estoy lista para unirme con Jesús.
He completado mi función al haber reconocido mi error, y mi error consistió únicamente en expulsar al Amor de mis días.
Como algo externo, como algo que es visible afuera. La causa de mi malestar es que el problema es una circunstancia más allá de mi control.
¿Y qué es eso que tengo que hacer?
Lo único que tengo que hacer para abandonar el mundo de oscuridad es regresar a ese lugar en mi mente en el que decidí con toda mi fuerzas excluir al amor de mi vida.
Una vez que reconozco ese momento decisivo he completado mi parte en la sanación del mundo, la sanación de todo el dolor y el sufrimiento que ha existido, que existe y que existirá.
Y eso es así porque todo el dolor y el sufrimiento – pasado, presente y futuro- provienen de haber pensando que estábamos separados de Dios.
¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple,
pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? T-7.VII.2:3
Mi parte, nuestra parte, es simplemente reunirnos con ese Amor, nada más.
No me juzgo por haber hecho las cosas que hice, no juzgo a mis padres, ni a mis jefes, ni a mi país, ni a nada.
Si puedo hacer eso, estoy lista para unirme con Jesús.
He completado mi función al haber reconocido mi error, y mi error consistió únicamente en expulsar al Amor de mis días.
Pero ahora estoy lista para unirme con la Fuente de Vida.
Así permito que la sanación llegue hasta mí.
Así permito que la sanación llegue hasta el mundo.
La próxima vez que el miedo me invada es porque solté la mano del Amor.
Pero esta vez ya se qué es lo que tengo que hacer.
Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/
Así permito que la sanación llegue hasta el mundo.
La próxima vez que el miedo me invada es porque solté la mano del Amor.
Pero esta vez ya se qué es lo que tengo que hacer.
Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/