Recuerdo la primera vez que leyendo un libro de Ken tropecé con la palabra blissninny. Es un término coloquial e informal que referencia a una persona optimista de manera exagerada o poco realista. Un sinónimo sería ser como Pollyanna y gracias a esto, entendí mejor.
Pollyanna es el nombre de la protagonista de una novela infantil escrita por Eleanor Porter en 1913. Esta niña de 11 años, huérfana de padre y madre, es enviada a vivir con su adinerada y estrictísima tía soltera a un imaginario pueblo en Vermont. Y en ese apartado lugar conoce personas apesadumbradas y desmoralizadas. El tema es que Pollyanna de manera un poco irracional, encuentra siempre el lado positivo o alegre de las cosas, al jugar el «juego alegre» que su padre le había enseñado.
Si como escarmiento es encerrada en el ático, Pollyanna disfruta enormemente de la vista desde la ventana. Si es castigada a comer pan con leche, lo agradece porque es su alimento preferido. Esta novela tuvo tanto éxito que el sustantivo «polianismo» y el adjetivo «polianizado» se convirtieron en expresiones populares para referirse a personas que niegan los hechos y muestran un optimismo incontenible frente a situaciones adversas.
Quiero volver ahora a la definición de blissninny disponible en cualquier diccionario. Una persona excesivamente optimista que prefiere no afrontar situaciones complicadas usando clichés o banalidades irrelevantes en lugar de observar la dificultad presente. Dentro de la jerga mística, se refiere a un estudiante intoxicado de enseñanzas espirituales que aún no tiene entrenamiento ni solidez en sus conocimientos.
No son «bobos felices» como señalan las redes sociales. De todas formas, para aquellos que leen al Dr. Wapnick en castellano, seguramente les debe haber resultado extraño la utilización de una palabra tan descalificatoria para con alguien.
Los blissninnies son estudiantes del Curso que confunden «las actividades que desarrollamos en la separación» con «nuestra existencia real como único Hijo de Dios en el Cielo». El motivo es claro.
Un blissninny no quiere mirar la culpa o el mundo. Tampoco tiene un sano respeto por el ego en cuanto a la enorme atracción que ejerce sobre nosotros. Un blissninny no es un «pecador», no más que cualquier otro que proyecte y juzgue. Ken ha señalado que el ego adora los pecadores espirituales como los blissninnies, ya que son nuestras personas favoritas para culpar por su mala interpretación y utilización del Curso.
«Despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor» implica que tenemos que detectarlos primero a fin de quitarlos. No puedo evitar recordar esa cita del Capítulo 16 que con prístina sencillez leemos que nuestra tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente encontrar todas las barreras que hemos levantado contra él.
Honrar esta cita, solo es cita, nos garantiza evitar una práctica polianizada o convertirnos en blissninnies. Por eso el Curso nos invita a cultivar una dulce firmeza en el proceso de observación del ejército de juicios que marchan por nuestra mente día y noche.
La madre de Pollyanna se llama negación, por lo tanto, solo con dejarnos de joder con que la luz, la dicha y la paz ya moran en nosotros nos permite una práctica honesta y reflexiva. Ya sé que el mundo es una ilusión pero como camino por estos pagos, significa que todavía creo que es real.
Mi práctica, otra vez, mi práctica consiste en aprender a interpretar todo a la luz del perdón que el Curso enseña. Así de simple porque así es se despejan «los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor».
El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la obscuridad y la desvanezca con Su luz. T-14.VII.6:1-2
Bendiciones,
Pato
Milagros
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