Durante la primera semana de octubre participé de
la primera edición del Ibiza Enlight Festival, una celebración de Un Curso de Milagros.
Ibiza, un sitio con paisajes bellos como pocos en
el mundo; Alla Dins, un lugar generoso en espacios para realizar actividades
simultáneas, un comedor extenso con comodidades que invitan al diálogo, a la
camaradería; Carolina, Salvador y Steve, tríada de una organización cuidadosa y
amorosamente inspirada, y finalmente un nutrido grupo de estudiantes - algunos
de larga data ya devenidos en facilitadores.
No puedo describir con justa maestría la belleza
contenida en esos días. Sonrisas amplias y una natural gracia eran la constante
diaria. Una franca voluntad de colaborar -desde lavar los platos hasta mantener
el orden de todos los espacios. Una comunicación apacible nos conectaba con ese
lugar donde las palabras dejan de tener sentido. Nunca nos habíamos visto
físicamente, pero sin pensarlo, nos permitimos tener la incuestionable
experiencia de sabernos parte de un Todo Uno. Y cuando ese permiso de unidad es
absoluto en nuestras mentes, las pinceladas de Cielo en estas tierras no se
demoran en llegar.
Podría seguir describiendo los incuestionables
signos de hermandad dada y recibida, podría mencionar algunos nombres que
tuvieron para conmigo una palabra cálida, una mirada impecable en momentos donde
las lecciones de perdón parecían flaquear. Me reservo para más adelante
escribir algunas reflexiones acerca de esa experiencia. El espíritu de estas
líneas es otro.
Gracias a los avances tecnológicos, y ya concluido
el Festival; algunos facilitadores nos encontramos virtualmente para compartir
algunas impresiones acerca de lo vivido. Buscando en mi corazón, sólo me sentí inspirada
a señalar que me pasaría un largo tiempo contando bendiciones.
Mencioné también
que celebrando un taller basado en la Lección 188 “La Paz De Dios Refulge En Mí Ahora” había encontrado unas líneas
que describían con exactitud la experiencia vivida en el Ibiza Enlight
Festival. Todos tuvimos la certeza plena que la luz que vino con nosotros desde
nuestro Hogar no se puede perder y que la paz de Dios que refulge en nosotros desde
nuestro corazón abarca todo el mundo, derramando sobre cada cosa viviente una
bendición eterna. La experiencia
compartida es ahora una convicción absoluta
que desde nuestro interior murmura que la paz de Dios no se puede contener pues
al reconocerla, la dación es inevitable. Así le recordarnos al mundo su olvido.
Cuando el encuentro terminó, me di cuenta que olvidé
decir algo. Algo simple, profundo; algo glorioso, inclusivo. Es motivo de
júbilo haber tenido una experiencia así. Pero
no debe quedar reducida a un momento del calendario.
Ayer he regresado a mis actividades laborales
cotidianas. El inevitable reencuentro con compañeros con brutalidades nacidas
del temor, con impiedades que refuerzan la escasez, con devoción al conflicto
como motor de las relaciones, con mentiras que sostienen la gran y única mentira.
Y heme aquí, nadando en este océano bullicioso en alaridos lastimeros.
Pero desde una conciencia distinta.
Una conciencia que como un faro, me recuerda la existencia de la
costa. ¿Qué dolor puede persistir frente a la certeza de una costa serena,
apacible, luminosa? ¿Qué aflicción, sufrimiento o desconsuelo puede sobrevivir al
divisar esa delgada línea que marca las puertas de nuestro Hogar?
Percibo mi rol con una claridad diferente ahora.
La fuerza de la idea de ser un faro para todos mis hermanos me eleva por encima
del campo de batalla. Y mi corazón los llama a recordar. Hay otra manera, hermano, hay otra manera de vivir en este mundo.
No tengo que hacer nada.
Sólo sostener ese llamado. Sostenerlo jubilosa sabiendo
que mi voz se une al canto del Universo que nos invita a recordar, a regresar.
No tengo que hacer nada.
Sólo permitir que la conciencia de Unidad inunde
mi corazón una vez más y así, hacer lo que tenga que hacer en este mundo pero desde
ese espacio inclusivo, radiante, tranquilo.
Ibiza Enlight Festival fue una celebración.
Celebro la Verdad compartida y al verla hoy con tanta claridad, elijo vivirla.
Te extiendo entonces la misma invitación que yo
recibí.
¡Celebremos!
Bendiciones,
patricia
Milagros en Red
www.milagrosenred.blogspot.com
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