
Las festividades son una bendición –
si así lo permitimos. De lo contrario, el desquiciado asalto de la modernidad
hace naufragar hasta el más templado de los sistemas nerviosos.
Así, el significado de las “fiestas”
queda lejano y distante como la estrella
más lejana y distante.
Navidad, Año Nuevo, épocas de preparación
espiritual. La idea es prepararnos para el nacimiento de nuestro Ser, de un
nuevo Ser que desde antaño espera paciente nuestra más leve invitación.
Marianne Williamson suele hacer
referencia a una especie de embarazado
psicológico ancestral, dejando bien en claro que el alumbramiento no ocurrirá jamás en ningún
lugar o gracias a ninguna circunstancia del mundo.
Nuestro Ser
prefiere un pesebre interior,
rodeado de ángeles, de los Pensamientos de Dios. En ese lugar, donde sólo la Voz de Dios nos habla, la misma fuerza que guió al hombre - que fue niño en Belén - nace en nosotros.
Sólo cuando hacemos espacio para el
espíritu, para la paz, el Amor mismo se manifiesta en el corazón de vida cotidiana.
Esa fuerza transformadora de Belén nace
en el mundo a través de cada uno de nosotros.
Cada vez que nuestro corazón se transforma en un camino para el
amor, renace.
Cada vez, sin excepción, renace.
Y disfrazadas en la rutina diaria, se encuentran nuestras decisiones.
Elementos casi imperceptibles que determinan el mundo que queremos
experimentar. Todo el tiempo elegimos cómo contemplar a aquellos que nos
acompañan en esta vida.
Mi mirada puede ser armoniosa, apacible, bondadosa.
También puede ser antipática,
amarga, irascible.
Por eso la importancia de esta época
del calendario.
Estos son días en donde todos pensamos
que es posible una nueva conciencia, una
vida basada en los principios de la paz, de la hermandad, del amor.
Seguro todos conocemos personas que
naturalmente han despertado lo mejor en nosotros. Sin preámbulos, sin vueltas, una arista
sensible, generosa y casi virtuosa, aparecía en nosotros.
Seguro todos creemos que la historia
del mundo ha conocido personas que se convirtieron en símbolos, en bellas
alegorías del poder transformador del Amor.
Que el nacimiento de la fuerza
espiritual que el mundo celebra guíe cada uno de nuestros días en este nuevo
año calendario que ya casi comienza.
Bendiciones,
patricia