miércoles, octubre 24, 2018

¿Qué voz estás escuchando?

Leer al Dr. Kenneth Wapnick es para mí, experimentar un remanso de bondad y entendimiento. Gracias a su trabajo de extensión, mi práctica del perdón se redefine desde una introspección consciente, donde ningún embellecedor cosmético es bienvenido.

En estos últimos meses, por no decir en estas últimas décadas, una pregunta apacible y recurrente me acompaña en toda circunstancia . ¿Qué voz estás escuchando, patito? La respuesta honesta no se demora en llegar.

Las más de las veces, cualquier pensamiento que me invite a considerar que he sido injustamente tratada, indica que mía es la voz de la separación. En otras ocasiones, entre esporádicas y dispersas, una placidez en mis decires, una dulzura en mis haceres, simbolizan el recuerdo de otra Voz que no es mía sino una y nuestra.

Su Voz es simplemente un recordatorio. (T-5.II.7.4)

Una voz árida que ruge demente. Una voz apacible que aguarda la voluntad de escucharla al compartirla. A esto se reduce todo. 
No a lo yo que digo o tú haces o ellos piensan o nosotros deberíamos. 
En verdad, este reduccionismo no se expresa en ninguna forma sino en la voz que estamos eligiendo escuchar, el sistema de pensamiento que ineludiblemente es pleno en nosotros en cualquier instante dado. Y desde este lugar, las formas serán congruentes a tal contenido.

El Curso es radical y en su propuesta el edulcorante no existe. 
Quizás hoy, quizás mañana, comprendemos sin reservas que el mundo es un constructo que nos enseña que el mismísimo mundo existe como axioma de la dualidad. Y así, casi emulando a Escher y sus teselados, rellenamos un aparente vacío con arquitecturas imposibles, continuidades autorreferentes, todas imágenes de pensamientos de absurda validez.

Nada del mundo de la percepción funciona. Esto no significa que no pueda alcanzar éxito profesional, bonanza económica o el peso perfecto. Nada del mundo funciona porque nada del mundo colabora con mi despertar. Todo el mundo y sus caricaturas sostienen el sueño de la vulnerabilidad.
Si yo existiera, la separación sería real.
Y para sostener mi práctica diaria, recuerdo sin esfuerzo que mi experiencia de la paz se afianza al elegir salvar esa imaginaria brecha que me cercena del todo. 

Sólo la práctica del instante santo me permite apartarme de la percepción lineal de las cosas y observándolas sin vanas figuraciones, recupero la libertad sólo para dársela mi hermano y así permitir que la unicidad amanezca en mi mente.
Para lograr esto, no es necesario un gran discurso. Sólo con que no obstruya su paso con clavos y espinas es suficiente.

Pues el hijo redimido del hombre es el Hijo inocente de Dios, y reconocerlo es tu redención. (T-13.II.9.7)

Esta experiencia individual y escindida es efecto de una decisión equivocada y por más que nos resulte extraño, no tiene consecuencia alguna. 
En caso de duda, permitamos que los milagros reemplacen los resentimientos que sostienen nuestra irrealidad.

Bendiciones,
patricia
Milagros en Red