lunes, abril 27, 2009

Los 3 Pasos Del Perdòn

El comienzo de nuestros días con el perdón, perdón que benévolamente enseña el Curso; es algo extravagante.
¿Cómo es eso de comprender cuán parecidos somos a la persona que tenemos que perdonar?
¿Cómo es eso que no puedo perdonar a alguien porque no me puedo perdonar yo por lo mismo pero con otro disfraz?

Es imposible perdonar a otro, porque son sólo tus pecados lo que ves en él. Quieres verlos allí, y no en ti. El Canto De La Oración CO-2.I.4:2-3

Frente a esta verdad concreta y a la vez curativa, sólo un hermano que obra desde la plenitud del Amor en nosotros, nos brinda una respuesta perfectamente impecable, auténticamente consistente.
Resulta ser que a pesar de experimentar que estamos atrapados en este mundo demente, ¡su causa se puede cambiar en tan solo 3 pasos!
El Curso entonces, advirtiendo nuestra renuencia a tomar este remedio absoluto, explica con prodigiosa claridad esos 3 pasos que nos conducen desde el ego hasta Dios.

El primero implica el reconocimiento que aquello que atacamos, juzgamos y repudiamos en los demás es lo mismo que atacamos, juzgamos y repudiamos en nosotros. Este paso es el primero que debemos dar porque manifiesta nuestro deseo de revertir el proceso de la proyección.
El segundo paso conlleva el reconocimiento que la férrea decisión a favor del ego puede ser abandonada y reemplazada por una consistente decisión a favor de Dios. Es nuestra la voluntad de decir que hemos pensado equívocamente y que ahora queremos pensar desde el Amor.
Esta sincera expresión de nuestra voluntad, invita al Espíritu Santo y a Su obrar milagroso en nosotros.
Estos tres pasos están revelados en el Texto en forma de oración que debemos utilizar en todo momento en el que no nos sintamos completamente dichosos.

Repite para tus adentros lo que sigue a continuación tan sinceramente como puedas, recordando que el Espíritu Santo responderá de lleno a tu más leve invitación:
Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz.
Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra.
Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz.
No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito,
anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada.
Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí.
T-5.VII.6

Los primeros dos pasos de este proceso requieren nuestra cooperación.
El paso final lo da Dios.
Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red

miércoles, abril 15, 2009

Donde La Luz Está

La omnipresencia de la luz, el amor y la dicha de Dios sólo aguardan nuestra aceptación.
Si bien el Curso repite con insistencia que no tenemos que hacer nada para ganarnos esos dones, que no tenemos que sacrificarnos o sufrir, ¿por qué son tan raras las experiencias de luz? ¿Debemos acaso tratar de identificar cuáles son nuestros obstáculos a la luz?

Me animo a decir que es prácticamente frecuente que, luego de haber experimentado la sensación de estar más cerca del amor y la paz de Dios, el ego se alarma de la dirección que nuestra práctica está tomando y en voz baja nos aconseja volver sobre nuestros pasos.
De ahí, que al poco tiempo de una limitada experiencia beatífica y santa, experimentamos alguna forma de depresión, temor o incluso enfermedad.

Según se aproxime la luz te lanzarás a la obscuridad huyendo de la verdad, refugiándote algunas veces en cosas menos temibles, y otras, en el terror más absoluto. Pero avanzarás, pues tu objetivo es pasar del miedo a la verdad … Unámonos inmediatamente en un instante de luz y eso será suficiente para recordarte que tu meta es la luz. T-18.III.2:1-2;5

Es reconfortante saber que Jesús sabe que experimentaremos temor e incertidumbre en nuestra jornada. Mil y una veces nos olvidaremos de perdonar y de pedir ayuda.
¡Y estos son los lugares tan familiares y conocidos para aprender a perdonarnos por no perdonar!
Y así, al comenzar a practicar nuestras lecciones diarias de perdón, las paredes del ego comienzan a desvanecerse, la luz de Dios comienza a alborear.

Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofrecerte todo nuevamente. No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. Yo te daré la lámpara y te acompañaré. No harás este viaje solo. Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. ¿Cómo no ibas a responder jubilosamente a la llamada del amor? T-11.in.4

Dios Mismo depositó Su luz en un lugar en donde pudiéramos verla, en donde pudiéramos reconocerla y comprenderla.
Dios Mismo depositó Su luz en la santidad de nuestros hermanos.

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red

viernes, abril 03, 2009

La Verdad En Nosotros

Todos necesitamos amor. Todos necesitamos algo bueno, hermoso y santo.
Y esta necesidad es el impulsor de una constante y fatigosa búsqueda ya que por una inconcebible decisión, pensamos que lo bueno, hermoso y santo no anidaba en nosotros.
Todos hemos encontrado esas queridas características en alguna persona, pero al cabo de un tiempo advertimos que las cosas no son como las pensábamos.

¡Cuán traicionero parece ser ese enemigo, que cambia tanto que ni siquiera es posible reconocerlo! (T-21.VII.4.7)

Esa persona lentamente se transforma en algo distinto, provocando nuestro desconcierto primero y, sin dilación, el comienzo de una nueva búsqueda de lo bueno, lo hermoso, lo santo.
Esta misma dinámica se presenta en la esfera de lo espiritual.
Tenemos sed de bondad, de belleza, de santidad y así emprendemos su búsqueda. Encontramos algún guía, algún instructor, algún camino, algún cielo alternativo que durante un tiempo nos brinda felicidad pero finalmente este idilio no dura mucho. Y así

continuamos preguntándonos qué es lo que somos, lo cual implica no sólo que sabes la respuesta, sino que a nosotros nos corresponde proveerla (T-3.V.4.2-3)

Pero está escrito que en algún momento descubriremos un hermano, un maestro que nos contemplará perfectamente al revelarnos que

Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la obscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz (T-5.II.4.1).
Criatura de Dios, fuiste creado para crear lo bueno, lo hermoso y lo santo (T-1.VII.2.1)
¡Cuán hermoso se vuelve el mundo en ese instante en el que ves la verdad acerca de ti mismo reflejada en él! (C-3.8.1)
No trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. (T-9.I.14.5)


Al seguir este camino, estaremos buscando la verdad en nosotros (T-9.II.8.5) y lentamente aprendemos que al amar a una persona bien podemos encontrar manifestaciones de bondad, belleza y santidad de forma tal que se transforman en oportunidades para volvernos hacia nuestro interior y descubrir esas mismas cosas viviendo también en nosotros.

Jesús nos contempla con profundo amor y nos enseña con infinita paciencia cómo cultivar la práctica del perdón ya que es el perdón el medio que nos permite mirar en nuestro interior sin miedo, sin desesperanza, sin desolación y

A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia, veré un mundo de paz, seguridad y dicha. (L-pI.55.3.4)

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
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