miércoles, abril 15, 2009

Donde La Luz Está

La omnipresencia de la luz, el amor y la dicha de Dios sólo aguardan nuestra aceptación.
Si bien el Curso repite con insistencia que no tenemos que hacer nada para ganarnos esos dones, que no tenemos que sacrificarnos o sufrir, ¿por qué son tan raras las experiencias de luz? ¿Debemos acaso tratar de identificar cuáles son nuestros obstáculos a la luz?

Me animo a decir que es prácticamente frecuente que, luego de haber experimentado la sensación de estar más cerca del amor y la paz de Dios, el ego se alarma de la dirección que nuestra práctica está tomando y en voz baja nos aconseja volver sobre nuestros pasos.
De ahí, que al poco tiempo de una limitada experiencia beatífica y santa, experimentamos alguna forma de depresión, temor o incluso enfermedad.

Según se aproxime la luz te lanzarás a la obscuridad huyendo de la verdad, refugiándote algunas veces en cosas menos temibles, y otras, en el terror más absoluto. Pero avanzarás, pues tu objetivo es pasar del miedo a la verdad … Unámonos inmediatamente en un instante de luz y eso será suficiente para recordarte que tu meta es la luz. T-18.III.2:1-2;5

Es reconfortante saber que Jesús sabe que experimentaremos temor e incertidumbre en nuestra jornada. Mil y una veces nos olvidaremos de perdonar y de pedir ayuda.
¡Y estos son los lugares tan familiares y conocidos para aprender a perdonarnos por no perdonar!
Y así, al comenzar a practicar nuestras lecciones diarias de perdón, las paredes del ego comienzan a desvanecerse, la luz de Dios comienza a alborear.

Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofrecerte todo nuevamente. No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. Yo te daré la lámpara y te acompañaré. No harás este viaje solo. Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. ¿Cómo no ibas a responder jubilosamente a la llamada del amor? T-11.in.4

Dios Mismo depositó Su luz en un lugar en donde pudiéramos verla, en donde pudiéramos reconocerla y comprenderla.
Dios Mismo depositó Su luz en la santidad de nuestros hermanos.

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red

1 comentario:

chris dijo...

Muchas gracias por estas palabras publicadas hoy, al leer la lección de hoy , necesité seguir leyendo mas y aqui lo encontré . Desde Comodoro Rivadavia va un saludo con luz,dicha y paz.
Chris.