domingo, noviembre 08, 2009

Aceptando El Amor En Nuestras Vidas


Un Curso de Milagros. Su mismo título preanuncia su propósito, enseñarnos a obrar milagros, entrenarnos en la experiencia cotidiana de los milagros que, tal cual afirma “ocurren naturalmente como expresiones de amor”.
No hay nadie que al escuchar la palabra “milagro” no experimente sentimientos de esperanza, sentimientos de confianza.
Más allá de todas las definiciones, la palabra milagro transmite, expresa una sensación de cancelación instantánea de un problema que parecía insoluble.
Es una palabra que evoca una imagen de liberación que llega desde más allá de la fortaleza de nuestros pequeños cuerpos y cerebros, desde más allá del marco en el que el problema parece estar contenido.
En un mundo lleno de problemas, un mundo que en sí es una espesa trama de conflictos interconectados, ¿quién no desea un milagro?

Cuenta una historia que dos hombres fueron de pesca. Uno era un experimentado pescador mientras que el otro recién había descubierto ese pasatiempo.
Cada vez que el hombre habituado a la pesca sacaba un pez grande, lo ponía en un cubo de hielo para conservarlo fresco.
Cada vez que el hombre sin experiencia sacaba un pez grande, lo devolvía al río.
El pescador avezado, observando que esto sucedía una y otra vez, se hartó de ver cómo su compañero desperdiciaba buen alimento.

     ¿Por qué devuelves al río todos los peces grandes que pescas?, preguntó.

Y el hombre contestó

     Es que tengo una sartén pequeña.

En ocasiones, somos como ese pescador inexperto que no está dispuesto a aceptar las grandes oportunidades para recibir milagros que el Amor Mismo nos brinda.

Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente. Lección 96 - fragmentos

¿Qué es lo que tenemos que aceptar? ¡Que tenemos derecho a los milagros!
Y para aceptar esta simple verdad es necesario que crezcamos en nuestra fe.
Posiblemente hayamos sonreído frente a la torpeza del pescador inexperto que no podía entender que lo único que necesitaba era una sartén más grande. ¿No será también que el Amor no ha transformado aún nuestra vida porque necesitamos de una fe más grande?

Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento.. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. Lección 90 – fragmentos

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/

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