martes, marzo 24, 2009

Sobre Los Juicios Y La Visión

La Visión ocurre naturalmente en el mismo instante en el que miramos de la mano de Jesús a nuestra insondable legión de juicios. Ya sean espeluznantes juicios en contra de la gente que nos acompaña, pavorosos juicios en contra nuestra, perfectos juicios a favor de aquello que amamos, todos son uno y ocultan lo mismo. Los juicios son caprichos, fantasías, son los juguetes que usamos para representar el juego que más nos duele y que más nos gusta.

La visión enmienda todas las cosas y las pone dulcemente bajo el tierno dominio de las leyes del Cielo. T-20.VIII.7.2

El tema es que tenemos miedo de reconocer que nosotros nos estamos haciendo lo que nos pasa. El tema es que siempre que elijamos culpar a alguien, nos estamos auto eximiendo de mirar en nuestro interior. El tema es que todo lo que experimentamos es la representación externa del contenido de nuestro corazón.

La verdadera visión queda nublada porque te resulta intolerable ver tu propio altar profanado. T-2.V.8.4

Nuestros juguetes y caprichos desaparecen en el mismo instante en el que miramos en nuestro interior, ya que el contenido de esta decisión es la elección a favor del guía cuya visión deseamos compartir.

¿Qué necesitamos para tomar esta decisión?
Sólo una pequeña dosis de buena voluntad.
¿Para qué?
Para disparar el proceso de sanación, proceso que únicamente nos pide que demos un paso atrás (de la mano de Jesús) y miremos (de la mano de Jesús) el contenido de nuestros juicios.

Si podemos mirar al ego sin juzgarlo, significa que lo estamos mirando con Jesús y podemos ver con claridad nuestros propósitos ocultos. “Ahora sí veo que soy yo quién se está haciendo esto a mí misma”, podremos decirnos con alivio. “Estoy siendo testaruda y hago berrinches. Me resisto a esta situación y hago esto y aquello porque esta persona/situación simbolizan mi miedo al Amor de Dios”.

No tengas miedo del amor, pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágrimas y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. L-pII.Preg10.4.2-3

El problema entonces no tiene – ni tendrá - nada que ver con las formas de nuestros juicios, con los personajes que nos causan dolor. El problema es el propósito al cual obedecen. El ego tiene un propósito, al igual que el Espíritu Santo.

Existe una lógica sobre la que basar tu elección. Sólo un Maestro sabe lo que es tu realidad. Si el propósito del plan de estudios es aprender a eliminar los obstáculos que obstruyen el conocimiento de esa realidad, eso sólo lo puedes aprender de ese Maestro. T-8.II.1-3

Elijo de nuevo porque ahora sé que gracias a esta decisión, despierto al Amor.
Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/

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