viernes, abril 03, 2009

La Verdad En Nosotros

Todos necesitamos amor. Todos necesitamos algo bueno, hermoso y santo.
Y esta necesidad es el impulsor de una constante y fatigosa búsqueda ya que por una inconcebible decisión, pensamos que lo bueno, hermoso y santo no anidaba en nosotros.
Todos hemos encontrado esas queridas características en alguna persona, pero al cabo de un tiempo advertimos que las cosas no son como las pensábamos.

¡Cuán traicionero parece ser ese enemigo, que cambia tanto que ni siquiera es posible reconocerlo! (T-21.VII.4.7)

Esa persona lentamente se transforma en algo distinto, provocando nuestro desconcierto primero y, sin dilación, el comienzo de una nueva búsqueda de lo bueno, lo hermoso, lo santo.
Esta misma dinámica se presenta en la esfera de lo espiritual.
Tenemos sed de bondad, de belleza, de santidad y así emprendemos su búsqueda. Encontramos algún guía, algún instructor, algún camino, algún cielo alternativo que durante un tiempo nos brinda felicidad pero finalmente este idilio no dura mucho. Y así

continuamos preguntándonos qué es lo que somos, lo cual implica no sólo que sabes la respuesta, sino que a nosotros nos corresponde proveerla (T-3.V.4.2-3)

Pero está escrito que en algún momento descubriremos un hermano, un maestro que nos contemplará perfectamente al revelarnos que

Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la obscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz (T-5.II.4.1).
Criatura de Dios, fuiste creado para crear lo bueno, lo hermoso y lo santo (T-1.VII.2.1)
¡Cuán hermoso se vuelve el mundo en ese instante en el que ves la verdad acerca de ti mismo reflejada en él! (C-3.8.1)
No trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. (T-9.I.14.5)


Al seguir este camino, estaremos buscando la verdad en nosotros (T-9.II.8.5) y lentamente aprendemos que al amar a una persona bien podemos encontrar manifestaciones de bondad, belleza y santidad de forma tal que se transforman en oportunidades para volvernos hacia nuestro interior y descubrir esas mismas cosas viviendo también en nosotros.

Jesús nos contempla con profundo amor y nos enseña con infinita paciencia cómo cultivar la práctica del perdón ya que es el perdón el medio que nos permite mirar en nuestro interior sin miedo, sin desesperanza, sin desolación y

A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia, veré un mundo de paz, seguridad y dicha. (L-pI.55.3.4)

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/

1 comentario:

darYrecibir dijo...

Gracias Paty!!