miércoles, diciembre 10, 2008

Fortaleza

¿Qué es la fortaleza? Esta expresión no es sino sinónimo de contemplar las cosas con los ojos del Espíritu Santo, con los ojos de Jesús. La visión de Cristo desconoce las cosas del mundo y únicamente las contempla más allá de las apariencias, más allá de las formas. El Espíritu Santo juzga la causa, nosotros los efectos.

El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. T-12.VI.2 fragmentos

Estamos convencidos de que algunos efectos son buenos, otros malos; algunos placenteros, otros dolorosos. Fabricamos una compleja e ininteligible jerarquía de ilusiones y según ella juzgamos.
Pero la visión del Espíritu Santo

pasa por alto todas estas cosas al mirar más allá de las apariencias. Mantiene su mirada fija en la luz que se encuentra más allá de ellas. Se une a la luz de la que forma parte. Se ve a sí misma. Lección 92

Así es que al sentirnos atrapados en el medio de nuestras ilusiones, el Espíritu Santo nos alienta a elegir un milagro en lugar de un resentimiento, nos exhorta a volver a ese instante en el que nos unimos con la oscuridad del ego en contra de la luz del Espíritu Santo y elegir de nuevo.

Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Padre. Dios está en tu memoria por causa de Él. Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo. T-12.VI.2 fragmentos

Cada vez que elegimos de nuevo, somos uno nuevamente con la luz y contemplamos el mundo a través de esa luz, a través de la visión de Cristo, a través de Su fortaleza.
Y si la luz se ve a si misma, la experiencia de la separación ha concluido.

Deja atrás todas las ilusiones, y ve más allá de todos los intentos del ego de demorarte. Yo voy delante de ti porque he transcendido el ego. Dame, por lo tanto, la mano, puesto que tu deseo es transcenderlo también. Mi fortaleza estará siempre disponible, y si eliges compartirla dispondrás de ella. Te la doy gustosamente y de todo corazón porque te necesito tanto como tú me necesitas a mí. T-8.V.6:7-10

Bendiciones,
Patricia
Milagros en Red
http://www.milagrosenred.org/

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